09 Mar «El trato»
Hoy traigo algo diferente, un texto/historieta original para variar, algo divertido (si se pilla, aunque a uno de los protagonistas no le hace tanta gracia…) que sucede en una meta (en la próxima ya volveremos con pilas cargadas y motivación nueva), así que lo adjunto a continuación:
Hacía ya algunas horas que el recinto se había vaciado. Faltaban 30 minutos para el cierre de meta y Pepe y Juan, uno amigo y el otro hermano de Paco, lo esperaban con nervios. Probablemente sería el último de los corredores en cruzar la línea, si es que lo lograba. Una gran hazaña para alguien que, unos pocos meses atrás, empalmaba los cigarros en la terraza del bar acompañándolos de su copita de coñac o de Whisky del malo.
Los animadores de Paco, el del control de tiempos y un speaker con cara de querer irse ya para casa eran los únicos que quedaban en una zona deportiva que hace dos horas rebosaba vida, música e ilusiones cumplidas. Aunque todavía quedaban algunas bastante grandes por realizar.
– A Paco le vino bien el susto- empezó Juan-sin aquel aviso creo que nunca hubiera renunciado a sus malos hábitos…
-Si sales vivo de un infarto…- Pepe se detuvo un momento a contestar a un WhatsApp que acababa de recibir y continuó- si sales vivo… sólo como agradecimiento a la vida misma, no te queda otra que empezar de cero…
Juan asintió con la cabeza y ambos retomaron el silencio, nerviosos.
En ese momento un hombre demasiado arreglado para un evento de esas características, dónde la mayor parte de los asistentes suelen ir vestidos con ropas deportivas de los colores más llamativos que puedan encontrar, se ubicó cerca de ellos.
-Igual al final no va a ser el último– le susurró Juan a Pepe, señalando disimuladamente al señor del traje.
– Juan…- comenzó Pepe, mirándolo fijamente y desviando después la vista al otro hombre- hay algo que tengo que decirte.
Y en ese mismo instante un Paco enrojecido, sudado, con las rodillas peladas, pero sin duda exultante, apareció, como difuminado, al fondo de la calle. Encaró la línea de meta chillando, con las pocas fuerzas que le quedaban.
-¡5 millones de euuuros!- cantaba, mientras trataba de imitar a los niños de San Ildefonso, y al mismo tiempo luchaba por mantenerse en pie.
Al principio Juan no entendió bien lo que decía. Después comprendió las palabras y siguió sin descifrar su significado, pero frunció el ceño y miró a Pepe, a quién en ese momento se había acercado el hombre trajeado, que había sacado un papel.
Era un notario.
-¡5 millones de euuuuuros!- y Paco no pudo parar de chillar mientras cruzaba la línea, y lloraba, y se revolcaba por el suelo, y se abrazaba a Pepe, quién, además de su mejor amigo desde la infancia, era también su abogado.
Y Juan recordó de repente la locura por las carreras de montaña que había invadido los últimos meses antes de su fallecimiento a su millonario, y sin descendencia, tío lejano Jesús.
Y se desmayó.
Pd y pista. Paco terminó el día millonario y Juan con un chichón jajajajajajaja.
Moraleja. Nunca te rindas, porque no sabes en que meta andarán tus «5 millones» (para nosotros, metafóricamente hablando, claro).
Mucha fuerza campeones, a seguir luchando, que nosotros no necesitamos 5 millones en meta para cascarnos un ultra (aunque si algún tío/a millonari@ se ofrece seguro que nadie decimos que no jajajajaja) pues la recompensa la encontramos en cada paso, en cada entrenamiento y en cada enorme día que pasamos siendo nosotros mismos y disfrutando de lo que tanto amamos. Valor y a seguir soñando, a seguir viviendo.
Laura.
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