No sólo 42.195 metros

¿Cuánto cabe en 42 kilómetros y 195 metros? ¿Cuánto vale una ilusión? Y dime… ¿Cuánto cuesta?

Llevo ya mucho tiempo compartiendo entradas y me resulta complicado no reiterarme. Tenía previsto hablar de unos peludos amigos que nos acompañan felices, y sin pedir nada a cambio en nuestros entrenamientos, pero lo reservo para la próxima puesto que me he dado cuenta que la entrada de hoy debía orientarla a intentar motivar (aunque me parece que las ganas os sobran) a todos esos que el domingo correrán en alguna de las dos pruebas de Maratón que tendrán lugar en la provincia ( y para todos los que quieran sentirse identificados, corran o no, por supuesto). Dos citas grandes. Asfalto y montaña. Dos escenarios diferentes. Castellón y la Sierra de Espadán. Cuántas ilusiones encerradas y a la vez liberadas en una distancia (simbólica, no nos vamos a poner tiquismiquis con los metros exactos).

 

Podría hincharme a poner frases motivadoras o sentencias de ánimo pero esto ya lo hemos hecho muchas veces así que (aparte de hacerlo, porque al final nos mola), quería hablar de forma muy personal, para poder sentir más lo que quiero decir. Personalmente últimamente no me ha ido muy bien en el plano competitivo. Soy una amateur total, pero, una amateur que, como en todo en la vida, intenta poner la máxima ilusión posible. Desde que empecé en lo de correr me enamoré por completo. De la montaña por lo que es obvio y del asfalto por la increíble sensación que experimento cuando me encuentro bien y veo que puedo moverme rápido y disfrutar-sufriendo (una paradoja que sólo nosotros entendemos). Poco a poco he ido progresando, pero como siempre he dicho, siendo bastante desastre y con una forma extraña de auto-boicotearme a mi misma en muchas ocasiones, por eso que tantas veces he explicado de la falta de seguridad y de autoestima y porque las ansias me pueden en muchas ocasiones.

Entonces aunque parecía que el año pasado todo iba cada vez mejor, a pasos lentos pero seguros, y avanzando cada vez un poquito más, aún teniendo el lastre de mi falta de constancia o de orden (vamos que soy una puñetera cabra loca a veces, por muy sensata que sea en general), me retiré por primera vez en una carrera por motivos absurdos. Realmente fue porque me olvidé de mí. Me olvidé de mi esencia y de disfrutar de mi locura mientras intentaba hacerlo lo mejor posible con los pocos recursos que me habían sido entregados y con los que yo me había currado a base de entrenamientos.

Ahora bien, que por qué suelto este tostón, pues porque reflexionando en estos meses «extraños», me he dado cuenta de una cosa pues, aunque siempre repetía las mismas consignas del «si quieres puedes», «no te rindas», «el rival más grande está en tu cabeza… etc.» no es que terminase de aplicármelas.

Así bien, de lo que me he dado cuenta es de que esto es cierto. Hasta el momento, nunca he «perdido» (entendiendo esto como retirarme, bajar el pistón o incluso perder en algún sprint a meta) contra nadie que no haya sido yo misma. Esto suena raro, pero lo que vengo a querer decir se resume muy bien con una frase de Valentí Sanjuan que me encanta:

«No te vencerán hasta que no te des por vencido».

Y es que así es.

E incluso cuando crees que te han vencido o que de nuevo tu mismo te has dado por vencido, siempre tienes una nueva oportunidad de levantarte y volver a reafirmar que NO, no te has dado por vencido. El clásico «no estaba muerto, que estaba de parranda».

Lo que vengo a querer decir es que no os rindáis el domingo (esto del domingo también se puede aplicar metafóricamente si leéis esto antes de cualquier otra competición o evento importante de vuestra vida). Os lo digo ahora sí, desde el plano personal. Porque al final casi todas las frases flipadas que utilizamos para motivarnos y que a veces me hacen reír bastante, son ciertas, porque lo de «el dolor es pasajero y la gloria es eterna», por muy friki que suene acaba siendo verdad y si te «rindes» por motivos absurdos al final eso te termina haciendo ruido durante muchísimo tiempo. No estamos obligados a ganar nada, pero sí estamos obligados a ganarnos a nosotros mismos, a dar todo lo que podamos ( y esto para algunos significará exprimirse al máximo y para otros exprimir al máximo la oportunidad disfrutando al máximo, ¿qué importa? la cuestión es vivirlo al máximo siéndonos fieles a nosotros mismos) y a dar lo mejor que tenemos (sea lo que sea).

Por supuesto habrá quién dirá que somos unos exagerados, que al fin y al cabo sólo es correr, que hay muchas más cosas en la vida. Y por supuesto así es. Y por supuesto eso es lo que queremos. Poder vivirlo TODO con la misma intensidad, ilusión, ganas y fuerza. Es lo que elegimos al enamorarnos de esto. Porque esto no es sólo una carrera. Porque al final, esta filosofía lo impregna todo en nuestro camino. Porque nos convertimos en luchadores, porque apreciamos los instantes y porque nos damos cuenta de que la vida, al fin y al cabo, son momentos. Porque en una maratón caben muchas más cosas. En 42.195 cabe toda una vida, así que no os olvidéis de vivirla al máximo.

 

Mucha suerte, campeones (aunque no la necesitáis).

 

Pd. «El secreto, siempre, siempre, está en las ganas.» 😛

 

 

Laura.

No Comments

Post A Comment